| Carolina Gutiérrez                    U.
 
 "Fue un momento Eureka", recuerda John Houston                    cuando logró comprobar la existencia de una "mina" de agua en                    las áridas tierras de Pampa Llalqui, a 30 kilómetros de                    Calama.
 
 Este geólogo inglés de 61 años vive en Chile                    hace 10 años y habla español que salpica con su lengua natal:                    "Ver agua que sale del desierto es algo impresionante. Very                    emocional for me", recuerda, al retroceder en el tiempo a ese                    día de 1999, cuando luego de hacer una perforación de más de                    150 metros en la región de Antofagasta empezó a brotar agua a                    borbotones, lo que celebrara con su colega Frits Reidel en un                    restaurante de Calama con un buen asado y vino chileno. Por su                    mente pasaron todos esos años de estudio en escritorio e                    investigación en terreno en diferentes desiertos del mundo,                    sobre la existencia de una capa subterránea más profunda que                    contenía una gran reserva de agua de miles de año de                    antigüedad y de la que se podía hacer un negocio.
 
 Y es                    que este solitario que goza su tiempo libre en el desierto y                    de una buena comida en el Chiringuito de Zapallar -en donde                    vive desde 2005-, tiene una larga trayectoria explorando aguas                    en donde todos creen que no la hay, como los desiertos de                    Pakistán y Afganistán -"aunque no tengo conexiones con Al                    Qaeda", bromea-, o el Sahara, en donde comprobó que habían                    capas de agua bajo tierra suficientes como para regar miles de                    kilómetros por miles de años. ¿Si eso ocurría ahí, por qué no                    en otro lugar?
 
 Fue así como fundó Water Management                    Consultants (WMC), y siendo su gerente general la convirtió en                    una de las consultoras hidrogeológicas más importantes a nivel                    mundial. Hasta que en 1985, tuvo la oportunidad de visitar                    Chile por primera vez para realizar investigaciones en el                    norte de Chile, en donde intuyó que también podía haber un                    "yacimiento" de agua virgen bajo los 150 metros de                    superficie.
 
 En las oficinas de Estados Unidos, ya había                    conocido al holandés Frits Reidel, quien se desempeñaba como                    gerente de operaciones de la consultora, con el que decidió                    vender su participación de WMC, y luego de conseguir capitales                    europeos, formaron la empresa de exploración Nazca en 1998. Su                    estrategia: buscar agua chilena de interés para las minas del                    norte.
 
 La pelea
 
 Fueron alrededor de 6 años de                    exploraciones y trámites ante la Dirección General de Agua                    (DGA) para obtener los derechos, ante la que tuvieron que                    demostrar que ésta era una nueva reserva y que se repondría                    constantemente con agua cordillerana a miles de kilómetros,                    teniendo cero impacto en la zona.
 
 Pero aún faltaba la                    parte más difícil. Nazca había tenido oposiciones de empresas                    como Soquimich y Essan (la sanitaria de Antofagasta que hoy es                    parte de Econssa), la Municipalidad de Calama y la Compañía                    Minera Ecuatorial Resources. Ellos argumentaban que la                    extracción de aguas entre 150 y 300 metros de profundidad en                    donde Nazca estaba realizando sus exploraciones -el acuífero                    inferior-, podía afectar sus propios derechos de agua hasta 50                    metros desde la superficie- el acuífero superior-, ya que                    según ellos no era clara la independencia entre ambas capas o                    acuíferos (ver infografía). Soquimich y Essan incluso                    decidieron llevar la decisión de la DGA a tribunales. Pero                    finalmente luego de pasar por la Corte de Apelaciones de                    Antofagasta, la Corte Suprema falló a favor de Nazca, poniendo                    un "escudo judicial" al caso y determinando la factibilidad                    del negocio.
 
 Un negocio inédito
 
 Años de                    investigación, no necesariamente es sinónimo de grandes                    descubrimientos para un científico, y menos de interés de                    capitales privados. Pero John Houston puede contar una                    historia distinta. Su teoría sobre aguas atesoradas en el                    fondo de tierra chilena inexplorada despertó el interés de                    inversionistas europeos, dando origen a la empresa Nazca junto                    a su colega Reidel.
 
 Y una vez que lograron demostrar -                    incluso ante la Corte- la propiedad de sus derechos, se                    pusieron a la carga para lograr una venta inédita: un activo                    enterrado y que no se ve. Para esto Nazca solicitó la asesoría                    financiera a BICE Chileconsult, quien tomó la petición con                    prudencia. Pero
 
 "las pruebas eran contundentes", cuenta                    Máximo Latorre, gerente general de Chile Biceconsult. Primero,                    el otorgamiento en 2004 de la DGA por derechos de agua por 50                    años para bombear 319 litros por segundo, y luego los fallos                    judiciales.
 
 Como el agua no es potable, el grupo                    potencial de interesados se reducía a las grandes mineras                    ubicadas -con operaciones o proyectos- en el Norte Grande,                    cuya segunda opción era invertir en plantas desalinizadoras a                    miles de kilómetros y a un costo a lo menos del doble que la                    compra de los nuevos derechos.
 
 Así, con la asesoría                    legal del estudio Carey y Cía. y Bice Chileconsult, en abril                    de este año concretaron la venta a Quadra Minino -una empresa                    canadiense- para su proyecto en Sierra Gorda y por el valor no                    menor de US$ 39 millones. Pero no todo es para Houston y                    Reidel. Aunque ellos toman todas las decisiones y son los                    directores de Nazca, no son sus dueños. Ellos reciben un                    sueldo por desarrollar los proyectos, más un gran bono o                    premio si resulta el negocio.
 
 Y como van las cosas, la                    historia de Nazca no termina aquí. En pararelo, la empresa ha                    realizado exploraciones en Quebrada León, también en el norte                    de Chile y el científico ya tiene en mente otras partes del                    mundo. ¿Cuáles? John Houston prefiere mantenerlo enterrado                    para ser él quien "abra la              llave".
 
 |