Haití, Chile: Efectos del calentamiento global
Carlos Girón S.
Resulta extraño que a estas alturas no se conozcan  reportes científicos explicando que los devastadores cambios que está sufriendo  el planeta son una de las consecuencias del creciente calentamiento global  ocasionado por la mano del hombre.
Los dolorosos casos de Haití y Chile  azotados por devastadores terremotos parecen ser resultado de ese calentamiento  planetario, debido en gran medida al agrandamiento del agujero en la capa de  ozono.
Los cambios se ven no sólo en las superficies habitadas del  planeta, sino también en las regiones glaciares, donde con una velocidad  increíble se están dando desprendimientos de gigantescas moles de hielo que con  gran rapidez también van descongelándose por el mismo efecto del  calor.
Como colación de los deshielos polares se han desencadenado las  tremendas nevadas sufridas hace pocos días en Norteamérica y Europa, con las  consiguientes muertes y daños materiales. A estos dramáticos fenómenos les  seguirán a no tardar los ciclones, huracanes y tifones que llegan con su  tremendo poder destructivo, cobrando incontables vidas humanas, animales y  bienes materiales. 
La explotación irracional por el hombre de los  recursos naturales en todas partes, ha provocado que cada vez haya más regiones  desérticas y se extiendan las que ya había. Es sorprendente presenciar cómo la  voracidad por las ganancias a todos los niveles no hace que la gente se detenga  un momento a pensar que el agotamiento que está provocando ahora de aquellos  recursos, pronto se traducirá en escasez y pobreza que no respetará nada ni a  nadie, cuando alcance sus niveles mayores.
Las potencias ricas e  industrializadas son las primeras en negarse a admitir que son ellas las  principales culpables de la devastación irracional de la riqueza del planeta, y  lo peor, de la contaminación y envenenamiento del medio ambiente a nivel  mundial. 
Igual que con el Pacto de Kyoto, en Copenhague se reunieron  recientemente personeros de aquellos grandes países desarrollados; pusieron  sobre el tapete este problema, pero se acobardaron al final al no tomar acuerdos  y resoluciones audaces y valientes como convenía y debía hacerse, que sirvan  positivamente para contrarrestar lo que ha dejado de ser una amenaza y ya está  sucediendo: convertir la Tierra, esta hermosa Tierra, en un infierno, en vez de  conservarlo como el Paraíso que Dios nos heredó. 
Hay un hecho: no sólo  las grandes potencias son las culpables de los males que está sufriendo la  humanidad; también los países y pueblos pequeños contribuyen a ello, en menor  medida, pero con la misma efectividad. Y algo más, y más determinante: el papel  del hombre, como individuo; el hombre y la mujer. También ellos, nosotros,  aportamos para las desgracias. 
¿Cómo? ¿Por qué? Por un hecho increíble e  irrebatible: por la naturaleza de los pensamientos y sentimientos que abriga  cada uno. En el Universo todo es energía. Cuando piensa, el ser humano irradia  una energía potente, lo mismo cuando se estremece con una emoción o un  sentimiento. Si esos pensamientos y emociones son buenos, nobles, altruistas,  amorosos, caritativos, bondadosos, la energía que irradian es constructiva,  saludable, bienhechora; si son pensamientos y sentimientos negativos, ¿qué clase  de energía cree usted que llevan o lanzan al espacio? La respuesta es obvia y  lógica. Pues sí. De manera sorprendente, las fuerzas destructoras y devastadoras  con las que nos golpean los fenómenos naturales han sido engendradas, incubadas,  en la cabeza y el pecho del hombre mismo. 
La costumbre de grandes  multitudes en el mundo de andar pensando en la ambición, la avaricia, el  enriquecimiento, lícito o ilícito, el vicio, el odio hacia los demás; la  desconsideración, el abuso, y todos los demás "pecados", genera un potente  vórtice de fuerza y energía que se expande en el espacio, sube a las capas  superiores sobre la Tierra y luego retorna con un poder centuplicado como lo  demuestra la vasta destrucción que provocan los terremotos, ciclos, huracanes,  tsunamis y demás fenómenos meteóricos.
Cuando hombres y mujeres en todo  el globo aprendamos a cuidar nuestros pensamientos, emociones y sentimientos y,  mediante una alquimia mental, abrigar sólo aquellos de nobleza, santidad y  espiritualidad, la Naturaleza no nos golpeará tanto con semejante furia como  ahora. 
Los grandes profetas lo han enseñando desde siempre: el hombre,  la humanidad, tiene que espiritualizarse. Sólo así podrá escapar de las fauces  del infierno para adentrarse en el Reino de los Cielos, aquí en la Tierra, en el  santuario de su corazón.
Opiniones
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Editorial
Presidente Funes se reúne con Barack  Obama
Para horas de la tarde de este lunes está prevista  la histórica reunión entre el Presidente Mauricio Funes y Barack Obama,  Presidente de los Estados Unidos, una de las grandes potencias mundiales, si no  es que la única.
Saludos,
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