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viernes, 29 de octubre de 2010

¿Qué es la desertificación?

 
 

Qué es la desertificación?

 

La "desertificación" es un proceso por el que las tierras afectadas pierden su capacidad productiva.

 

¿Qué es la desertificación?

La Tierra está cubierta por una frágil capa de suelo que se ha formado muy lentamente, pero que puede ser barrida por el viento o arrastrada por el agua en pocos años. Es lo que está ocurriendo en muchas zonas. En ninguna parte es más grave el problema que en las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, que representan más de un tercio de la superficie terrestre. La "desertificación" es un proceso por el que las tierras afectadas pierden su capacidad productiva. A menudo se vincula la degradación de tierras con la seguridad alimentaria y la pobreza, en una relación de causa y efecto. La Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CLD) tiene por objeto invertir esta tendencia.

Degradación de las tierras

Como se indica en el Artículo 1 de la CLD, por "desertificación" se entiende la degradación de las tierras de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas resultante de diversos factores, tales como las variaciones climáticas y las actividades humanas. Aunque se registra degradación de tierras en todas la regiones del mundo, sólo se considera "desertificación" cuando se produce en tierras secas. El 70% de los 5.200 millones de hectáreas de tierras secas que se utilizan con fines agrícolas en todo el mundo ya están degradadas ( Down to Earth, Secretaría de la CLD).

Tierras secas afectadas

La característica principal de la aridez o la sequedad es la falta de la humedad existente en condiciones climáticas normales: son tierras áridas o secas aquellas en las que se registra un equilibrio negativo entre los insumos (nivel de precipitaciones anuales) y las pérdidas de humedad (evapotranspiración).

Se utiliza un Índice de aridez, o relación insumo/pérdida de humedad, para delimitar las diferentes zonas climáticas respecto de la sequedad (Atlas mundial de la desertificación, PNUMA). Con arreglo a este criterio, "por 'zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas' se entiende aquellas zonas en las que la proporción entre la precipitación anual y la evapotranspiración potencial está comprendida entre 0,05 y 0,65, excluidas las regiones polares y subpolares (Artículo 1, CLD)." Estas zonas también se denominan 'tierras secas'.

Son tierras secas el 40% de toda la superficie terrestre (alrededor de 5.100 millones de hectáreas), que son el hábitat y el medio de subsistencia de más de 1.000 millones de personas (Atlas mundial de la desertificación, PNUMA). La desertificación afecta al 70% de las tierras secas del mundo, que representan 3.600 millones de hectáreas, es decir, la cuarta parte de todas las tierras del mundo (Down to Earth, Secretaría de la CLD).

Las tierras hiperáridas, es decir, las que tienen un índice de aridez inferior a 0,05, son desiertos, por lo que no se incluyen entre las tierras secas afectadas a que se ha hecho referencia más arriba, ya que su productividad biológica es naturalmente muy baja.

La sequedad varía en el tiempo y en el espacio debido a las variaciones de los insumos y las pérdidas de humedad. El dinamismo natural inherente de los ecosistemas de tierras secas depende en muy gran medida de las fluctuaciones climáticas. Las variaciones en cuanto al volumen de agua almacenado (ríos, aguas subterráneas, lagos y humedad del suelo) y la utilización de recursos (producción de alimentos, cultivos comerciales, pastoreo, bosques) también influyen en los límites de las tierras secas. Las tierras comprenden los suelos y los recursos hídricos locales, la superficie de tierras y la vegetación, incluidos los cultivos. La degradación comporta una disminución de la productividad de los recursos debido a un proceso o una combinación de procesos que actúan sobre la tierra.

Desertificación

Como se indica en la CLD, por "degradación de las tierras" se entiende la reducción o la pérdida de la productividad biológica o económica y la complejidad de las tierras agrícolas de secano, las tierras de cultivo de regadío o las dehesas, los pastizales, los bosques y las tierras arboladas, ocasionada, en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, por los sistemas de utilización de la tierra o por un proceso o una combinación de procesos, incluidos los resultantes de actividades humanas y pautas de poblamiento, tales como:

  • la erosión del suelo causada por el viento o el agua;
  • el deterioro de las propiedades físicas, químicas y biológicas o de las propiedades económicas del suelo; y
  • la pérdida duradera de vegetación natural.

El suelo forma parte de la mayoría de los ecosistemas terrestres y desempeña una función decisiva en el sustento de las comunidades humanas. Por lo tanto, la degradación del suelo constituye un problema ambiental que afecta de manera crucial a todas las sociedades.

En particular, se entiende por degradación del suelo los fenómenos inducidos por el ser humano que reducen la capacidad actual y/o futura del suelo para sustentar la vida humana (GLASOD). En las tierras secas, los suelos son especialmente vulnerables a la degradación debido a la lentitud de la recuperación cuando resultan afectados. Con arreglo a la información disponible, en casi el 20% de las tierras secas afectadas el suelo está degradado (las mundial de la desertificación, PNUMA).

Asia posee la mayor superficie de tierras afectadas por desertificación, y el 71% de ellas están entre moderada y gravemente degradadas. En América Latina la proporción es del 75%. En África, dos tercios de cuya superficie son tierras desérticas o secas, el 73% de las tierras secas agrícolas están entre moderada y gravemente degradadas (Down to Earth, Secretaría de la CLD).

África, donde la tasa de pérdida de superficie forestal es de 3,7 a 5 millones de hectáreas al año, con los consiguientes efectos en los recursos hídricos tanto de superficie como subterráneos, y donde el 50% de todas las tierras de labranza registra degradación y erosión del suelo, es el continente que se enfrenta a la mayor amenaza de desertificación.

IMAGEN: UNEP, World Atlas of Desertification

 

La "desertificación" es un proceso por el que las tierras afectadas pierden su capacidad productiva.

 

¿Qué es la desertificación?

La Tierra está cubierta por una frágil capa de suelo que se ha formado muy lentamente, pero que puede ser barrida por el viento o arrastrada por el agua en pocos años. Es lo que está ocurriendo en muchas zonas. En ninguna parte es más grave el problema que en las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, que representan más de un tercio de la superficie terrestre. La "desertificación" es un proceso por el que las tierras afectadas pierden su capacidad productiva. A menudo se vincula la degradación de tierras con la seguridad alimentaria y la pobreza, en una relación de causa y efecto. La Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CLD) tiene por objeto invertir esta tendencia.

Degradación de las tierras

Como se indica en el Artículo 1 de la CLD, por "desertificación" se entiende la degradación de las tierras de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas resultante de diversos factores, tales como las variaciones climáticas y las actividades humanas. Aunque se registra degradación de tierras en todas la regiones del mundo, sólo se considera "desertificación" cuando se produce en tierras secas. El 70% de los 5.200 millones de hectáreas de tierras secas que se utilizan con fines agrícolas en todo el mundo ya están degradadas ( Down to Earth, Secretaría de la CLD).

Tierras secas afectadas

La característica principal de la aridez o la sequedad es la falta de la humedad existente en condiciones climáticas normales: son tierras áridas o secas aquellas en las que se registra un equilibrio negativo entre los insumos (nivel de precipitaciones anuales) y las pérdidas de humedad (evapotranspiración).

Se utiliza un Índice de aridez, o relación insumo/pérdida de humedad, para delimitar las diferentes zonas climáticas respecto de la sequedad (Atlas mundial de la desertificación, PNUMA). Con arreglo a este criterio, "por 'zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas' se entiende aquellas zonas en las que la proporción entre la precipitación anual y la evapotranspiración potencial está comprendida entre 0,05 y 0,65, excluidas las regiones polares y subpolares (Artículo 1, CLD)." Estas zonas también se denominan 'tierras secas'.

Son tierras secas el 40% de toda la superficie terrestre (alrededor de 5.100 millones de hectáreas), que son el hábitat y el medio de subsistencia de más de 1.000 millones de personas (Atlas mundial de la desertificación, PNUMA). La desertificación afecta al 70% de las tierras secas del mundo, que representan 3.600 millones de hectáreas, es decir, la cuarta parte de todas las tierras del mundo (Down to Earth, Secretaría de la CLD).

Las tierras hiperáridas, es decir, las que tienen un índice de aridez inferior a 0,05, son desiertos, por lo que no se incluyen entre las tierras secas afectadas a que se ha hecho referencia más arriba, ya que su productividad biológica es naturalmente muy baja.

La sequedad varía en el tiempo y en el espacio debido a las variaciones de los insumos y las pérdidas de humedad. El dinamismo natural inherente de los ecosistemas de tierras secas depende en muy gran medida de las fluctuaciones climáticas. Las variaciones en cuanto al volumen de agua almacenado (ríos, aguas subterráneas, lagos y humedad del suelo) y la utilización de recursos (producción de alimentos, cultivos comerciales, pastoreo, bosques) también influyen en los límites de las tierras secas. Las tierras comprenden los suelos y los recursos hídricos locales, la superficie de tierras y la vegetación, incluidos los cultivos. La degradación comporta una disminución de la productividad de los recursos debido a un proceso o una combinación de procesos que actúan sobre la tierra.

Desertificación

Como se indica en la CLD, por "degradación de las tierras" se entiende la reducción o la pérdida de la productividad biológica o económica y la complejidad de las tierras agrícolas de secano, las tierras de cultivo de regadío o las dehesas, los pastizales, los bosques y las tierras arboladas, ocasionada, en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, por los sistemas de utilización de la tierra o por un proceso o una combinación de procesos, incluidos los resultantes de actividades humanas y pautas de poblamiento, tales como:

  • la erosión del suelo causada por el viento o el agua;
  • el deterioro de las propiedades físicas, químicas y biológicas o de las propiedades económicas del suelo; y
  • la pérdida duradera de vegetación natural.

El suelo forma parte de la mayoría de los ecosistemas terrestres y desempeña una función decisiva en el sustento de las comunidades humanas. Por lo tanto, la degradación del suelo constituye un problema ambiental que afecta de manera crucial a todas las sociedades.

En particular, se entiende por degradación del suelo los fenómenos inducidos por el ser humano que reducen la capacidad actual y/o futura del suelo para sustentar la vida humana (GLASOD). En las tierras secas, los suelos son especialmente vulnerables a la degradación debido a la lentitud de la recuperación cuando resultan afectados. Con arreglo a la información disponible, en casi el 20% de las tierras secas afectadas el suelo está degradado (las mundial de la desertificación, PNUMA).

Asia posee la mayor superficie de tierras afectadas por desertificación, y el 71% de ellas están entre moderada y gravemente degradadas. En América Latina la proporción es del 75%. En África, dos tercios de cuya superficie son tierras desérticas o secas, el 73% de las tierras secas agrícolas están entre moderada y gravemente degradadas (Down to Earth, Secretaría de la CLD).

África, donde la tasa de pérdida de superficie forestal es de 3,7 a 5 millones de hectáreas al año, con los consiguientes efectos en los recursos hídricos tanto de superficie como subterráneos, y donde el 50% de todas las tierras de labranza registra degradación y erosión del suelo, es el continente que se enfrenta a la mayor amenaza de desertificación.

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miércoles, 20 de octubre de 2010

desertificacion guatemala: Entidades gubernamentales se unen para combatir la desertificación y sequía en Guatemala

Entidades gubernamentales se unen para combatir la desertificación y sequía en Guatemala

MARN La desertificación y sequía es un proceso lento pero que genera grandes impactos, no sólo ambientales, también económicos y sociales; uno de los impactos directos es la degradación de los suelos, la cual es lenta y silenciosa. Los costos de recuperación son extremadamente altos, en el mejor de los casos; o bien es imposible recuperarlos. Es por ello que la mejor herramienta para enfrentar esta problemática es la preparación e implementación de acciones anticipadas y participativas.

En este sentido, el Gobierno de Guatemala, ha implementado una serie de acciones encaminadas al aseguramiento de los recursos financieros para poder combatir de manera eficiente y eficaz la problemática relacionada con la desertificación y la sequía. Este trabajo es regido por el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN) y con el apoyo del Mecanismo Mundial, oganización de las Naciones Unidas responsable de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía en el mundo.

En un marco de cooperación, se decidió instalar una Comisión Delegada de Gobierno, con el objetivo principal de atender la problemática de la desertificación y sequía en Guatemala, la cual es conocida como Estrategia Financiera Nacional de Lucha contra la Desertificación y la Sequía (EFI). Esta Comisión apoyará para que la Política Socioambiental, el Plan Estratégico Institucional y la Política Nacional de Cambio Climático, den sostenibilidad a los bienes y servicios naturales con un enfoque transgeneracional.

La EFI fue oficialmente instalada por el Ministro de Ambiente y Recursos Naturales de Guatemala, Dr. Luis Alberto Ferraté Felice, acompañado por las autoridades que conformarán el Plan Nacional de Lucha contra la Desertificación y la Sequía como el Ministerio de Finanzas (MINFIN), Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA) y la Secretaría General de Planificación (SEGEPLAN).

Dentro de los mandatos de la Comisión, se espera que ésta brinde certeza jurídica y vinculante a la EFI, además dentro del contexto internacional puede servir como modelo, para que otros países de la región centroamericana adquieran y apliquen las experiencias de Guatemala en el desarrollo de la EFI y con ello puedan iniciar sus procesos de diseño e implementación.

"Guatemala es el primer país en el mundo en contar con una entidad instalada por medio de un acuerdo gubernativo (229-2010) que se enfoque en trabajar directamente en el probema de desertificación y sequía , éste da vida jurídica y sostenibilidad a largo plazo, además se enfocará a trabajar por los habitantes del corredor seco en pobreza y extrema pobreza, pues a ellos va dirigido este esfuerzo" explicó el ingeniero José Miguel Leiva, viceministro de Recursos Naturales.

La EFI en Guatemala se convierte en un instrumento estratégico y de gran utilidad, que permita alcanzar avances significativos y perdurables de las acciones en torno a la lucha contra la desertificación y la sequía, lo cual permitirá mejorar las condiciones socioambientales y económicas de la población guatemalteca aumentando la resiliencia de los impactos del Cambio Climático.

Para el Dr. Feraté en Guatemala "tenemos una séptima parte de zonas semiáridas, que a la vez son zonas vulnerables en todo sentido, pues el 5% de la población está mal nutrida y mal alimentada y esto provoca que la capacidad de aprendizaje se limite; la vulnerabilidad de la que hablo no es sólo ambiental, sino social y económica y esto nos obliga a invertir esfuerzos y obviamente recursos financieros. La EFI permitirá acciones signifcativas y ayudará a mejorar las condiciones económicas de las zonas semiáridas estoy seguro que las instituciones que la conforman harán su mejor esfuerzo, les deseo un traajo abundante, intenso y productivo" concluyó el ministro.


Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales
Unidad de Relaciones Públicas
Teléfono: PBX 2423-0500, extensión 1160
E-mail: rpublicas@marn.gob.gt


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jueves, 7 de octubre de 2010

Panorama mundial de la desertificación

Panorama mundial de la desertificación

Fragmentos de la conferencia impartida por Jacob Acevedo García, oficial de la Unidad de Coordinación Regional para América Latina y el Caribe de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha Contra la Desertificación, en el marco del Día Internacional de Lucha contra la Desertificación, el lunes 17 de junio.


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sábado, 2 de octubre de 2010

DESERTIFICACION: Muralla verde: Ayudas del mundo contra la desertificación .


DESERTIFICACION

Muralla verde: Ayudas del mundo contra la desertificación

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La fundación internacional, cercana al Congreso de los Estados Unidos y que reúne en su interior a numerosas organizaciones ambientalistas de diferentes países, se convierte así en el primer financiador del proyecto que hasta ahora carecía de presupuesto, ideado y fuertemente promovido por el jefe de estado senegalés Abdulaye Wade, que sostiene una estrecha relación entre la conservación y protección de ecosistemas y el desarrollo de los pueblos africanos.

El proyecto se basa en la reforestación de una faja de 15 kilómetros de ancho, con una longitud de unos 7.600 kilómetros que atravesaría toda el África para contrarrestar el avance de la desertificación en los países del Sahel, donde más de 10 millones de personas sufren los efectos de la malnutrición. Apenas unas semanas atrás se llevó a cabo una cumbre de los países interesados en el proyecto (además de Senegal y Yibuti, también Mauritania, Mali, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Chad, Sudán, Eritrea y Etiopía) en Yamena, Chad, con la presencia de los jefes de estado y de Wangari Maathai, la primera mujer africana en recibir el Premio Nóbel de la Paz en el 2004, como reconocimiento de sus esfuerzos de lucha contra la deforestación. [AdL] – Tradujo [NBJ]

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DESERTIFICACION: crece erocion

DESERTIFICACION EN CHILE
Preocupante nivel de erosión en Chile
 
El 49% de la superficie chilena está en alguna medida erosionada.
 
Al menos eso indican las cifras preliminares de un reciente estudio realizado por el Ciren. ¿Por qué pasa esto y cómo se puede frenar para seguir aspirando a convertir el país en potencia agroalimentaria? Una Ley de Protección de Suelos, programas de sustentabilidad y capacitación, son algunas de las soluciones que plantean los expertos para frenar la degradación.  

Martina Salvo de Oliveira 

La erosión es un problema grave... grave no, ¡gravísimo! Tanto por el daño ambiental que implica a una zona afectada, como por su impacto productivo. Y en Chile las cosas no están precisamente bien en este tema. Un reciente estudio denominado "Determinación de la Erosión Potencial y Actual del Territorio de Chile", realizado por el Centro de Información de Recursos Naturales -Ciren-, revela preocupantes niveles de erosión, lo que podría dificultar propósitos como el de convertir a Chile en potencia agroalimentaria.

En un escenario donde el calentamiento global hace de las suyas es clave tener resueltos temas como la degradación de los suelos.

Los resultados del estudio son inquietantes y ponen de relieve la importancia de discutir el tema con mayor profundidad y promover políticas contundentes para frenar el actual y agresivo proceso de degradación en distintas zonas del país.

Resultados del análisis

Una superficie de 36,8 millones de hectáreas, equivalentes al 49,1% del territorio nacional presenta algún grado de erosión. Esa es la impactante realidad que arroja el análisis del Ciren... La mitad del territorio nacional está en alguna medida erosionado.

Ese es el indicador macro que incluye tanto la erosión causada por personas como la geológica o natural y sin distingos de tiempos en que se produjo. Porque no es lo mismo comparar un suelo degradado por su desgaste productivo, que los suelos del desierto de Atacama, erosionados hace millones de años por condiciones naturales.

Por lo tanto, no todo el territorio erosionado es culpa del hombre y no todo territorio erosionado tiene potencial productivo.

"En el caso de las regiones desérticas del país, la erosión natural no reviste efecto apreciable para la agricultura, ya que son escasas las superficies silvoagropecuarias en la zona", puntualiza Eugenio González, director del Ciren.
Pero aún excluyendo el desierto de Atacama y sus alrededores, sigue sorprendiendo lo alto de los indicadores de erosión inducida.

El talón de Aquiles, en términos de erosión, lo lideran las regiones de Coquimbo, con  el 84% de sus suelos erosionados; Valparaíso, con 57%, y la Región de O'Higgins con el 52% de sus suelos degradados.

Pero la erosión, además, tiene distintos niveles de intensidad y por tanto varía su impacto agroproductivo y ambiental en cada una de las regiones del país.

El estudio realizado por el Ciren clasificó los suelos según el nivel de daño en: erosión muy severa, severa, moderada y ligera.

Mientras en la zona Central, entre Valparaíso y Biobío, los porcentajes de erosión severa y muy severa varían entre 20 y 25%, en la zona sur del país bajan a alrededor de 10%.

"En la intensidad y niveles de erosión influyen los problemas de solidez, salinidad, sobreexplotación de suelos, vegetación y el efecto invernadero hacia el medio ambiente, entre otras variables", sostiene Erick Zagal, presidente de la Sociedad de Ciencias del Suelo.

Entre las conclusiones, el estudio determina que la zona centro sur es la más afectada por procesos de degradación inducidos, principalmente en el secano costero. Con ese balance lapidario, es fundamental tomar desde ya medidas para revertir o al menos frenar el actual impacto de la erosión.

Culpas, problemas y soluciones

Los actuales niveles de erosión en Chile se explican por múltiples razones, que van desde el enfoque productivo que se ha posicionado por sobre la sustentabilidad, hasta la poca información actualizada que había sobre el tema y que, por tanto, dificultaba el uso más eficiente de los fondos y programas existentes en la materia.

"La extensión de la actividad agrícola con una visión netamente productiva y sin tener en consideración la capacidad de uso, la reducción orgánica de los suelos y la extrapolación de la erosión de éstos sobre la base de datos escasos han precipitado la degradación", sostiene Manuel Casanova, director del Departamento de
Ingeniería y Suelos de la Universidad de Chile.

La radiografía actual al recurso enriquece el escenario en términos de información, lo que permitiría identificar con mayor claridad los lugares que requieren mayor inversión, dónde los procesos de degradación se han acelerado y cuáles son las zonas críticas de deforestación. Es decir, el estudio posibilitaría develar al detalle las malas prácticas agrícolas, lo que es el primer paso para proponer soluciones, claves si Chile aspira a posicionarse como potencia agroalimentaria.

"Con los resultados se puede establecer una metodología para promover políticas más efectivas y eficientes de conservación de suelos", sostiene Juan Pablo Flores, director del proyecto de Erosión Nacional de Ciren.
Los expertos ya adelantan algunas ideas que podrían subsanar en el mediano y largo plazo, los preocupantes niveles de degradación detectados en algunas zonas del país

Una de éstas, apunta a debatir e implementar una Ley de Protección de Suelos.

"Es necesario retomar el debate para constituir una Ley de Protección de Suelos, con la voluntad de todos los actores involucrados: agricultores, investigadores y líderes", sostiene Casanova.

Otra de las medidas sugeridas es que los cambios deben ir acompañados con la debida capacitación y actualización formativa, sobre las mejores prácticas para implementar en los distintos suelos del país.

Una tercera propuesta, busca potenciar el programa de Incentivos para la Sustentabilidad Agroambiental de suelos Agropecuarios.

"Éste sería más acorde con las actuales necesidades, reemplazando al actual Sistema de Incentivos para la Recuperación de Suelos Degradados, del Ministerio de Agricultura", explica Casanova.

Velar por la implementación de las Buenas Prácticas Agrícolas, desde una perspectiva productiva, social y altamente sustentable, es otra de las recomendaciones.

"La elección de las Buenas Prácticas para limitar la erosión, debe considerar no sólo el recurso suelo y el ambiente en general, sino que también debe tomar en cuenta los factores económicos y socio políticos particulares de cada zona del país", puntualiza Casanova.

Otra de las iniciativas que permitirían limitar en alguna medida la degradación, sería formular políticas de construcción que vayan de la mano con una planificación sustentable.

"Entre el 5% y el 7% del territorio corresponde a suelos cultivables. Pero al planificar construcciones, carreteras y edificios, ese indicador no es tomado en cuenta, lo cual es inexplicable porque hoy se está construyendo en las pocas zonas aptas para cultivo, lo que va contra el propósito de ser potencia agroalimentaria", sostiene Neal Stolpe, profesor de Conservación de Suelos de la Universidad de Concepción.

Sobre las políticas implementadas para la conservación hasta el momento, como el Decreto Ley 701 o el Programa de Incentivos para Suelos Degradados, hay expertos que las respaldan y otros que las critican.

"Creo que se han hecho grandes esfuerzos para controlar los procesos de degradación, pero faltaba un estudio territorial que permitiera seguir avanzando en políticas de protección. Desde el Decreto Ley 701 sobre fomento forestal, se han reforestado miles de hectáreas con un enfoque hacia la conservación. Lo mismo con el programa de recuperación que ha entregado miles de incentivos. Eso sí, ahora el estudio permitirá tomar decisiones con un mayor nivel de asertividad", indica Flores.

Pero no todos opinan lo mismo.

"A mi juicio, las políticas específicas no han abordado el tema con la necesidad que se requiere. Hoy, los programas como el de recuperación de suelos se han trasformado en un instrumento de fomento encubierto a la producción, pero no han abordado de frente el tema de la erosión", sostiene Eduardo Arellano, profesor de la Facultad de Agronomía de la Universidad Católica.

La erosión es un tema que urge frenar y solucionar, más aún ante las condiciones del cambio climático y la aspiración de convertir al país en potencia agroalimentaria.

Dado que los suelos son la base que sostiene la agroalimentación, es clave intensificar desde ya posibles políticas orientadas al cuidado y sustentabilidad del recurso en el tiempo.

La pérdida de la riqueza de suelos es en gran medida irreversible. Pero sí se puede evitar que siga avanzando. No hacer nada al respecto no sólo restringe las posibilidades actuales, sino que limita, además, el potencial de acción de las futuras generaciones.

Las regiones con los suelos más erosionados son: Coquimbo, con el 84 por ciento, Valparaíso, con el 57% y O'Higgins, con el 52%.

La zona centro sur es la más afectada por procesos de degradación inducidos, principalmente en el secano costero.

Entre el 5% y el 7% del territorio corresponde a suelos cultivables, pero al planificar construc-
ciones o carreteras ese indicador no se toma en cuenta.

 Indicadores sobre el estudioJunto a la labor del Ciren, la investigación contó con el apoyo de la Oficina de Desarrollo Agropecuario, la Corporación Nacional Forestal, el Servicio Agrícola Ganadero y el Instituto de Desarrollo Agropecuario. El trabajo que está en su fase conclusiva, es el diagnóstico más completo y avanzado que se ha hecho en la materia.

Los análisis se hicieron a través de diversas tecnologías, como el Sistema Satelital de Observación Terrestre, registros aéreos y técnicas geomáticas, que analizaron 73.403.000 hectáreas del país (casi la totalidad de la superficie), con un nivel de precisión nunca antes registrado. El último estudio sobre degradación de suelos que contemplaba una gran amplitud del territorio nacional se hizo en 1979, pero con escalas, tecnologías y superficies que nada tienen que ver con la actual medición.

Si el estudio de 1979 mostraba una escala de 1:500.000 que es muy generalizada, la radiografía actual alcanza una precisión mayor con dos escalas de 1:50.000 (en el sector silvoagropecuario IV-X) y de 1:250.000 (en las zonas extremas y cordillera de Los Andes). Además, el reciente análisis abarca el doble de la superficie estudiada hace 31 años.

Las regiones más afectadas son: Coquimbo (84,3%), Valparaíso (56,7%), O'Higgins (52,5%). Mientras que las comunas más afectadas entre la IV y la X Región son: Punitaqui (94,8% - IV Región), Llay-Llay (77,6% - V), Alhué (70,1% - RM), La Estrella (95,1% - VI), Cauquenes (83,4% - VII), San Fabián (VIII), Purén (64,3% - IX), Panguipulli (40,1% - XIV) y Castro (69,3% - X).Iniciativas que se vienenUn proyecto y un Congreso se están trabajando en Chile a propósito de la degradación de suelos. El primero es un estudio entre el Instituto de Investigaciones Agropecuarias y la Universidad de Concepción para la sustentabilidad de suelos.

La segunda iniciativa refiere al 16º Congreso Internacional de Conservación de Suelos, que se realizará en Chile entre el próximo 8 y 12 de noviembre, donde acudirán expertos de todo el mundo para discutir temas relacionados con la materia.

Martina Salvo de Oliveira.
http://diario.elmercurio.com/2010/09/27/revista_del_campo/_portada/noticias/BBCCABDB-654A-40E0-8666-3059136150F5.htm?id={BBCCABDB-654A-40E0-8666-3059136150F5}
Fuente:revista del campo
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